Arthur no respondió, prefirió guardarse ese "espero no verme obligado a volver" en su interior. Se subió la bragueta con delicadeza, introduciendo su miembro completamente erecto con cuidado de no sufrir un percance, y se abotonó el pantalón, volviendolo a dejar prisionero. Recogió su cartera y salió con premura de aquel lugar, esbozando un semblante serio ante la perspectiva de tener que volver con sus compañeros, y sus bromas tan "graciosas".